13 de diciembre de 2017

Cuadriculatura e inflexibilidad en la traducción

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En los grandes proyectos de traducción nos encontramos frecuentemente con el problema de que aún existen bastantes traductores que no se han adaptado a los avances tecnológicos del procesamiento de textos y presentan sus traducciones en texto corrido como si debido al uso de máquinas de escribir mecánicas no hubiere posibilidad alguna de una presentación mejor.

Especialmente en el caso de contratos y otros textos legales, que o bien son objeto de negociación o bien de prueba en procedimientos judiciales, la facilidad de poder encontrar los apartados de un documento es muy importante para facilitar el trabajo al cliente, que es a fin de cuentas quien debe quedar contento. Pero si los textos se presentan sin reflejar exactamente o al menos al máximo la estructura del texto original, no sólo se complica el trabajo del cliente con los textos, sino además la presentación de la traducción resulta ser deficiente y puede causar descontento por parte del cliente, ya que una mala presentación, por muy buena que sea la calidad del texto traducido, siempre hace perder muchos puntos y disminuirá el grado de satisfacción del cliente.

Algunos traductores, especialmente cuando son intérpretes jurados, aducen que usan el texto corrido por seguridad para evitar que las traducciones puedan ser enmendadas. Pero este argumento es bastante absurdo, ya que para este supuesto existen técnicas como las usadas por los notarios para invalidar espacios sobrantes. Pero al margen de ello, en nuestra experiencia hasta la fecha no ha habido casos en los que se hubiera modificado una traducción para alterar su contenido, y en cualquier caso, si eso se hiciere, siempre existen las ratificaciones del intérprete jurado en un procedimiento judicial en el cual una de las partes haya alegado la falsedad de la traducción.

Otro argumento esgrimido por alguno es que el cliente debe presentar todos sus documentos en Word o convertidos a Word, porque en caso contrario no podría mantenerse el formato original. Pero en su mayoría, los clientes no quieren complicaciones de este tipo y suelen disponer sólo de documentos en formato pdf o en imagen jpg o similar, lo que no puede ser impedimento para reproducir exactamente el texto con su estructura original.

De hecho, nosotros siempre hemos trabajado igual con documentos presentados en Word o en pdf o en papel, ya que escribir o no sobre un documento en Word o escribir el texto en un documento en blanco es, en realidad, lo de menos, e incluso facilita el trabajo a la hora se respetar negritas, subrayados, cursivas, sangrías y numeraciones de artículos, párrafos e incisos. Y al final, de no trabajar así «por perder mucho tiempo con formatear el texto», es la empresa d e traducción que tiene que realizar este trabajo, y eso es aún mucho más laborioso, sin que al final este trabajo adicional sea recompensado ni tenido en cuenta por el traductor subcontratado.

Especialmente en los tiempos actuales es poco comprensible que aún existan métodos de trabajo tan rudimentarios y que algunos traductores no vean la necesidad de adaptar la presentación de sus traducciones a los avances de la tecnología del procesamiento de textos. Eso incluye también otros elementos como firmas, sellos y logos que hoy en día se pueden copiar o reproducir sin dificultad técnica alguna y contribuyen a que el documento final de una traducción refleje al máximo el original y facilite la comparación entre matriz y traducción en cualquier situación (en una negociación, ante el juez o en un arbitraje o simplemente en el trabajo normal con documentos traducidos y originales).

Al final lo agradecerá el cliente, que quedará satisfecho con un trabajo bien presentado, y con ello se contribuye a la fidelización de éste, que en estos tiempos de crisis es un aspecto muy importante a tener en cuenta.

La flexibilidad en los métodos de trabajo y en las formas de trabajar es una ventaja competitiva. Lo que supone ser cuadriculado ya lo vemos en las administraciones públicas, obsoletas e ineficientes, que cuestan más de un quebradero de cabeza y muchos nervios al ciudadano moderno.

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